Con el verano, muchos alimentos son más propensos a generar enfermedades. La cadena de frío, el lavado adecuado y la preparación son tan sólo algunos de los factores que inciden en la calidad de los alimentos que ingieres, por lo que debes tener cuidado. Para prevenir las enfermedades toma nota de las siguientes medidas.
En agosto y septiembre, cuando el calor alcanza los picos más altos, hay muchos alimentos propensos a albergar bacterias, levaduras y mohos, como la salmonella, la Escherichia Coli o el anisakis. Por esto, es especialmente importante el cuidado en la manipulación y conservación para evitar que los microorganismos se reproduzcan, generando enfermedades. De acuerdo con la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España, "el calor y el relax de las vacaciones contribuyen a que se disparen los factores de riesgo y nos veamos más expuestos a las intoxicaciones" y contrario a lo que se suele pensar, "se producen más en el hogar que fuera de casa".
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Los alimentos que necesitan conservarse son las carnes picadas, los quesos blandos, las salsas y la nata montada, la mayonesa, los preparados con huevo, los pescados, los mariscos y las frutas y verduras cortadas, aseguran desde la Universidad de Murcia (UM). La mayoría de las infecciones típicamente alimenticias se relacionan con la ingesta de alimentos no refrigerados correctamente.
Debes recordar que la conservación en el frigorífico tiene límites diferentes para cada tipo de comida: para el pescado fresco y la carne picada es de 1 día, para la carne cruda y cocida o el pescado cocido el tiempo máximo de conservación es de entre 2 y 3 días, mientras que para la leche abierta, verduras cocidas y postres caseros el tiempo es de entre 3 y 4 días, y para las verduras crudas, las conservas abiertas y los platos cocinados el máximo es de 5 días. Por su parte, los huevos duran una media de 3 semanas en la nevera.
En el caso de los preparados con huevo y comidas que lo contengan como la mayonesa, conviene comerlas enseguida luego de prepararlas para prevenir la salmonella. Además, conviene evitar la exposición excesiva al sol y al calor, por lo que llevarlos a una excursión o a la playa no es conveniente. Tampoco es bueno lavarlos porque si hay salmonella, el agua permite la penetración del virus al interior del huevo.
El pescado crudo tampoco es bueno para el verano, a menos que puedas cerciorarte de que ha sido congelado por debejo de los -18ºC para evitar la anisakis. Cuando lo descongelas conviene utilizar lugares frescos, de una temperatura más baja a la ambiente, como la nevera, el horno o el microondas, para prevenir la reproducción de los microorganismos.
Las intoxicaciones más comunes del verano, generalmente bacterias, están presentes en todas partes de nuestro cuerpo y entorno, pero para reproducirse y ser dañinas necesitan 3 condiciones: la humedad, la temperatura adecuada para crecer y una mala manipulación de los alimentos en los que crecen.
Por otra parte, la salmonelosis continúa siendo una amenaza, principalmente desarrolladas en comidas con huevos y carnes, especialmente las mayonesas caseras y el pollo, aunque a veces también a través de una manipulación contaminada de las personas con poca higiene personal que ya son portadores del virus.
La brucelosis se desarrolla en quesos frescos caseros compuestos por leche de oveja y cabra, y lo ideal es evitar todo lo que no está pasterizado. Esta infección puede albergarse en el sistema gastrointestinal, respiratorio, cutáneo o neurológico, y dependiendo de dónde se ubique, el daño que puede generar y los síntomas que presenta.
La tuberculosis se transmite por quienes manipulan leche y para prevenirla necesitas tomarla siempre que esté calentada o pasterizada. Entretanto, la tularemia se transmite a través de carne de conejo y liebre mal cocinada. El botulismo se genera a través de una toxina y en general está en las conservas poco ácidas, como los espárragos, las aceitunas, las judías verdes o los pimientos, el pescado ahumado y los alimentos envasados al vacío.
El estafilococo es un germen que habita la garganta, nariz, heridas infectadas o granos y puede generar intoxicaciones al pasarse a carnes, pescados, salsas, leche...El cólera es también peligroso, ya que se transmite a través de agua contaminada con heces de enfermos o portadores, por lo que no conviene beber cualquier agua.