Ejercitar el cerebro para vernos más guapos
Un proyecto de la UPV/EHU cultiva la conciencia para mejorar el
autoconcepto físico Investigadores del Departamento de Psicología
Evolutiva y de la Educación han diseñado un programa denominado Mírate
bien.
Iniciativas como esta se aplican de manera habitual en los centros educativos e institutos, pero este caso es diferente. A los alumnos que participan en el programa no se les exige que efectúen ninguna actividad física específica. Se trata de ejercitar la parte cognitiva: reestructurar nuestras percepciones, para que tengamos una conciencia más realista sobre nuestra imagen. Inge Axpe es una de las investigadoras que ha trabajado en el diseño de este programa, y ha presentado en la UPV/EHU una tesis en la que da detalles sobre este y sobre la experiencia piloto llevada a cabo con él. Se titula Diseño y evaluación de un programa para la mejora del autoconcepto físico. Asimismo, ha publicado algunos artículos al respecto, por ejemplo, en la publicación Revista de Psicodidáctica.
Primeramente, 21 jueces, once jueces legos y diez expertos, se han encargado de evaluar y validar el programa, que posteriormente ha sido aplicado a 813 alumnos. 495 de ellos han sido parte activa de esta experiencia, y el resto ha hecho las veces de población control. En estos casos se suele trabajar con alumnos de Educación Primaria o Secundaria, pero dicha iniciativa también difiere en esto, ya que han sido los alumnos de la Escuela Universitaria de Magisterio de Leioa los sometidos a estudio. Al fin y al cabo, ellos serán los profesores de los niños y adolescentes del futuro. Axpe cree que, para que les puedan ayudar a mejorar el autoconcepto físico, antes de nada les conviene recibir clases prácticas, “para que conozcan todas las variables relacionadas con este asunto y se percaten de lo importantes que son para los jóvenes y cómo les podrían ayudar a trabajar con ellas”.
Atajar el problema de raíz
Axpe ha partido de los desórdenes alimenticios para explicar en qué consiste el corte cognitivo. Por ejemplo, un joven con bulimia puede tener buen aspecto y hacer deporte, y sin embargo tiene un autoconcepto físico muy bajo. Los programas que habitualmente se aplican en los centros educativos fomentan la actividad física y una alimentación equilibrada, lo que no sirve de nada en este caso: decirle a este joven que tiene bulimia y que eso no es saludable es un acto baldío. Se trata de un problema interno, y para atajarlo de raíz, hay que centrarse en lo inadecuado del enfoque del joven, no en el desorden alimenticio en sí.
Pero esto, ¿cómo se hace? “No es sencillo, porque estos pensamientos están muy incrustados, pero hay actividades que permiten presentarlos: hay que hacer entender a los jóvenes que tendemos a interpretar la información de una manera muy concreta. Por ejemplo, las cosas que nos dicen desde el exterior nos afectan, pero el impacto depende de nuestra interpretación. Deben saber que tenemos estas tendencias, y que si no tratamos de cambiarlas no podemos cambiar nada más”.
Procedimiento
Para ello, el programa está dividido en varias etapas: actividad física, hábitos saludables, influencias externas… El procedimiento de trabajo es similar en cada una de ellas. Para empezar, se trata de atraer el interés del alumno mediante la lectura de algunos textos, y se le lanzan unas preguntas para fomentar su reflexión. Después, por ejemplo en la etapa correspondiente a la actividad física, deben declarar si practican deporte; es decir, determinar su situación dentro de esta etapa. A continuación, el programa muestra un listado de comportamientos inadecuados que busca la concienciación del joven mediante ejemplos sencillos. Tal y como explica Axpe, un buen ejemplo de pensamiento inadecuado es la tendencia a generalizar los defectos: “Es el caso de alguien que piensa que su nariz es demasiado grande, y, al generalizarlo exageradamente, dice que es feo. Le ofrecemos alternativas: le decimos al joven que deberíamos tratar de cambiar eso, y que tal vez no esté contento con mi nariz, pero que tengo unos ojos muy bonitos”. En resumen, este programa pretende provocar una reestructuración cognitiva y facilitar modificaciones del autoconcepto.
Según esta experiencia piloto, los alumnos participantes en el programa muestran indicios de mejora en el autoconcepto físico. Estos primeros resultados no bastan para afirmar que, estadísticamente hablando, haya diferencias reseñables, pero en palabras de Axpe, el programa ha demostrado su potencial como instrumento de concienciación de las implicaciones de un autoconcepto físico inadecuado, las variantes influyentes en el mismo y la posibilidad de modificarlo. Opina que es fundamental que la formación de aquellos universitarios que estudian para ser profesores incluya herramientas como esta. Y cree que este programa es también aplicable a niños y adolescentes, siempre y cuando se adapte: “Requeriría de adaptaciones para todas las edades. Es, precisamente, nuestro objetivo: amoldarlo, adaptar los materiales, y evaluarlos a medida que se realizan”.
Primeramente, 21 jueces, once jueces legos y diez expertos, se han encargado de evaluar y validar el programa, que posteriormente ha sido aplicado a 813 alumnos. 495 de ellos han sido parte activa de esta experiencia, y el resto ha hecho las veces de población control. En estos casos se suele trabajar con alumnos de Educación Primaria o Secundaria, pero dicha iniciativa también difiere en esto, ya que han sido los alumnos de la Escuela Universitaria de Magisterio de Leioa los sometidos a estudio. Al fin y al cabo, ellos serán los profesores de los niños y adolescentes del futuro. Axpe cree que, para que les puedan ayudar a mejorar el autoconcepto físico, antes de nada les conviene recibir clases prácticas, “para que conozcan todas las variables relacionadas con este asunto y se percaten de lo importantes que son para los jóvenes y cómo les podrían ayudar a trabajar con ellas”.
Atajar el problema de raíz
Axpe ha partido de los desórdenes alimenticios para explicar en qué consiste el corte cognitivo. Por ejemplo, un joven con bulimia puede tener buen aspecto y hacer deporte, y sin embargo tiene un autoconcepto físico muy bajo. Los programas que habitualmente se aplican en los centros educativos fomentan la actividad física y una alimentación equilibrada, lo que no sirve de nada en este caso: decirle a este joven que tiene bulimia y que eso no es saludable es un acto baldío. Se trata de un problema interno, y para atajarlo de raíz, hay que centrarse en lo inadecuado del enfoque del joven, no en el desorden alimenticio en sí.
Pero esto, ¿cómo se hace? “No es sencillo, porque estos pensamientos están muy incrustados, pero hay actividades que permiten presentarlos: hay que hacer entender a los jóvenes que tendemos a interpretar la información de una manera muy concreta. Por ejemplo, las cosas que nos dicen desde el exterior nos afectan, pero el impacto depende de nuestra interpretación. Deben saber que tenemos estas tendencias, y que si no tratamos de cambiarlas no podemos cambiar nada más”.
Procedimiento
Para ello, el programa está dividido en varias etapas: actividad física, hábitos saludables, influencias externas… El procedimiento de trabajo es similar en cada una de ellas. Para empezar, se trata de atraer el interés del alumno mediante la lectura de algunos textos, y se le lanzan unas preguntas para fomentar su reflexión. Después, por ejemplo en la etapa correspondiente a la actividad física, deben declarar si practican deporte; es decir, determinar su situación dentro de esta etapa. A continuación, el programa muestra un listado de comportamientos inadecuados que busca la concienciación del joven mediante ejemplos sencillos. Tal y como explica Axpe, un buen ejemplo de pensamiento inadecuado es la tendencia a generalizar los defectos: “Es el caso de alguien que piensa que su nariz es demasiado grande, y, al generalizarlo exageradamente, dice que es feo. Le ofrecemos alternativas: le decimos al joven que deberíamos tratar de cambiar eso, y que tal vez no esté contento con mi nariz, pero que tengo unos ojos muy bonitos”. En resumen, este programa pretende provocar una reestructuración cognitiva y facilitar modificaciones del autoconcepto.
Según esta experiencia piloto, los alumnos participantes en el programa muestran indicios de mejora en el autoconcepto físico. Estos primeros resultados no bastan para afirmar que, estadísticamente hablando, haya diferencias reseñables, pero en palabras de Axpe, el programa ha demostrado su potencial como instrumento de concienciación de las implicaciones de un autoconcepto físico inadecuado, las variantes influyentes en el mismo y la posibilidad de modificarlo. Opina que es fundamental que la formación de aquellos universitarios que estudian para ser profesores incluya herramientas como esta. Y cree que este programa es también aplicable a niños y adolescentes, siempre y cuando se adapte: “Requeriría de adaptaciones para todas las edades. Es, precisamente, nuestro objetivo: amoldarlo, adaptar los materiales, y evaluarlos a medida que se realizan”.