El mayor nivel educativo de la mujer cambia las pautas de emparejamiento según han determinado los investigadores del Centro de Estudios Demográficos de la Universitat Autònoma de Barcelona (CED-UAB).
Las
parejas en que la mujer tiene más estudios universitarios que el hombre
crecen lenta pero decididamente y en muchos países superan ya a las
parejas en que se da la situación contraria, predominante
históricamente. Así lo concluye una investigación del Centro de Estudios
Demográficos de la
Universitat Autònoma de Barcelona (CED-UAB)
realizada en 56 países para estudiar el impacto que el aumento de la
educación de las mujeres está teniendo en las pautas de emparejamiento
heterosexual. El estudio también sienta las bases para profundizar en
las dimensiones sociales que este cambio de modelo puede comportar.
El estudio realizado por los investigadores Albert Esteve, Joan Garcia-Roman e Iñaki Permanyer ha analizado qué pasa con las parejas cuando hay más mujeres con
estudios universitarios que hombres,
a partir de
datos provenientes de 138 censos de 56 países recogidos entre 1968 y 2009. La investigación ha sido publicada en Population Development Review, una de las revistas más prestigiosas del mundo en estudios de población.
El estudio concluye que el aumento de la educación de las mujeres está teniendo un efecto directo sobre las pautas de emparejamiento, de tal manera que
en aquellos países donde hay más mujeres que hombres con estudios universitarios, las parejas en que las mujeres se emparejan “abajo” (con un hombre con menos estudios) superan ya a las parejas “arriba” (con hombres con más estudios).
Tradicionalmente los patrones de emparejamiento entre hombres y mujeres han estado dominados por la hipergamia, donde la mujer se empareja con un hombre de mayor estatus y se producen diferencias de género importantes. Pero en los últimos años
el acceso de la mujer a la educación está alterando este modelo. “Dada esta inercia histórica, se podría pensar que el aumento de la educación de las mujeres dificultaría las uniones y se incrementaría el número de mujeres solteras, pero lo que vemos es que la composición de las parejas se adapta bastante bien a los cambios estructurales y que si los cambios se producen, tarde o temprano tienen un impacto sobre el mercado de las uniones”, manifiesta Albert Esteve.
Los datos censales del estudio, individuales y anonimizados, están disponibles en el
IPUMS (Integrated Public Uso Microdata Series), un proyecto de la Universidad de Minnesota, que está creando una gigantesca base de microdatos censales internacional.
Los investigadores han hecho el análisis entre parejas casadas y cohabitantes, creando un indicador para medir la diferencia educativa entre hombres y mujeres y otro para medir la prevalencia de las parejas hipérgamas sobre las hipógamas en el ámbito de la educación.
Con contadas excepciones, se está produciendo una
reducción constante del nivel de hipergamia en el ámbito de la educación en los países avanzados y en desarrollo, a pesar de que todavía hay diferencias significativas entre ellos. A principios de los años 70, las parejas “arriba” superaban las parejas “abajo” en los 18 países de los cuales hay datos censales entre 1970 y 1975. A principios del 2000, 26 de 51 países registraban valores negativos de hipergamia educacional. Entre estos países hay sociedades tan diversas como Francia, Jordania, Mongolia, Eslovenia y Sudáfrica.
En el caso de España, en 2001 por cada 100 parejas hipógamas había sólo 67 hipérgamas.
Hay países que el estudio no incluye por falta de datos, como Japón, Corea del Sur o China, que en términos de emparejamiento son sociedades muy tradicionales, con niveles muy elevados de soltería entre las mujeres con más educación. No obstante, los investigadores consideran que el aumento de mujeres universitarias acabará modificando las reglas del juego, principalmente
en China, un país donde las mujeres escasean y en que
se prevé que por cada 100 universitarios haya 140 universitarias en 2050.
Aún así, dicen los investigadores, el estudio pone de manifiesto la universalidad de un fenómeno sin precedentes que ya se había observado en algunos países, como Estados Unidos o Brasil, y amplifica los resultados, mostrando que este cambio se está produciendo por todas partes y que puede afectar otras dimensiones de la vida social.
Si las tendencias en educación continúan, la prevalencia de la hipergamia educacional seguirá reduciéndose, manifiestan los investigadores. Este escenario sugiere que
el incremento del nivel educativo de las mujeres puede tener importantes implicaciones para la erosión de los modelos tradicionales de emparejamiento y representar un paso adelante hacia la simetría en la formación de parejas. “Será interesante observar si este cambio se traduce en una mayor igualdad entre hombres y mujeres en otros aspectos de la vida en pareja, como la toma de decisiones, la distribución del tiempo en tareas del hogar, el divorcio, la fecundidad, etcétera”, comenta Albert Esteve.
Las teorías sobre modelos de pareja todavía no han abordado esta nueva situación. Históricamente, frente a los modelos clásicos que veían en el matrimonio una alianza donde se complementaban los roles de hombres y mujeres (hombre proveedor económico del hogar y mujer responsable de las tareas domésticas y reproductivas), surgieron los modelos donde ambos tendían a equipararse en las funciones (el modelo de pareja de doble ingreso o bi-activas en cuanto a su relación con el mercado laboral).
El estudio hace una llamada a investigar, desde una perspectiva más amplia, las
consecuencias de estos cambios en la distribución de los roles de hombres y mujeres. ¿Comportarán relaciones más iguales entre ellos? ¿Cómo afectarán las expectativas de unos y otros en relación a la pareja? ¿Cuál será el papel de la educación como determinante de la elección de pareja en el mercado de las uniones? son algunas de las cuestiones que plantea la investigación para seguir estudiando en un futuro.