Iris Núñez Trébol es Vicerrectora de Relaciones Internacionales e Institucionales de la Universidad Alfonso X el Sabio (UAX) de Madrid. Tras quince años de experiencia profesional en el ámbito de programas de movilidad de estudiantes, la noticia de la falta de fondos del programa Erasmus fue toda una sorpresa –amarga- para ella y el resto de su departamento. Fue de las primeras estudiantes que pudo disfrutar de la beca y destaca que, por encima de todo, el valor y los beneficios que el estudiante adquiere son las semillas que más tarde harán florecer su futuro profesional. Desde su puesta en marcha en 1987, el programa Erasmus ha sido una herramienta de integración europea, en el que casi 3 millones de estudiantes han traspasado las fronteras educativas del continente.
La noticia me causó una especie de shock, porque ya estamos comprometidos a los pagos de la beca con los alumnos que se encuentran en sus destinos de estudio. Pero inmediatamente después, la Agencia Nacional de Erasmus salió a matizar estas informaciones y nos explicó que estamos ante una "falta de liquidez puntual". A pesar de ello, nos han garantizado que la UE realizará el pago restante correspondiente a los últimos tres meses de 2012.
Esta es una noticia preocupante, puesto que el Ministerio de Educación es quien realiza la aportación complementaria a los fondos europeos para la concesión de la beca, que se añade a las prestaciones aportadas por la UE y las propias Comunidades Autónomas. Así, la reducción presupuestaria del Gobierno se suma a las dificultades económicas de las administraciones autonómicas, donde algunas se han visto obligadas a prescindir de la oferta de las becas.
Me niego a hablar de la desaparición de un programa que está absolutamente consolidado. Es un programa muy activo que ha sobrepasado las fronteras de los países. Europa no se puede permitir que desaparezca. Es un factor que ha contribuido a formar una ciudadanía europea y que ha conseguir tejer una red social.
Es verdad que Europa pide cada vez más esfuerzos a los Estados en cuanto a las aportaciones, pero es inviable su desaparición. Los beneficios que se obtienen con la beca son superiores al coste de la misma. Todo lo que podamos financiar es poco por el valor que aporta el programa a nivel académico. La forma en la que se está diseñando la futura Universidad, con Bolonia o los créditos europeos por ejemplo, nacieron a partir de Erasmus.
En este caso solo afecta a los estudiantes españoles puesto que los estudiantes Erasmus que reciben las universidades españolas reciben las becas a través de las administraciones de su país de origen. Vamos a seguir recibiendo el mismo número de estudiantes, alrededor de 37.000 jóvenes. Cifras parecidas a la de los estudiantes que España envía a los países europeos.
Totalmente. Por poner un ejemplo, la Comunidad de Madrid hace 2 años suprimió la convocatoria de becas, al igual que otras han ido reduciendo paulatinamente su aportación al programa de movilidad. Paralelamente también existen Comunidades Autónomas que sí realizan importantes aportaciones al programa, lo que deriva en agravios comparativos entre ellos.
Eso espero, al menos eso nos han garantizado. Es una situación comprometida porque hay acuerdos firmados y la UE no se puede incumplir los contratos establecidos. Me preocupan más las futuras aportaciones del Estado o las Comunidades Autónomas. Europa cumplirá con su palabra.
En ningún momento llegamos sospechar que esto pudiera ser un problema. Realmente quiero quitarle importancia a este “incidente” porque desde todas las instancias europeas nos han pedido tranquilidad, y así se lo estamos haciendo saber a nuestros estudiantes.
El programa ha ido fortaleciendo la imagen de Europa dentro y fuera del continente. El programa ha sido un activo que ha contribuido a forjar la unidad europea. La idea inicial no era otra que la de la Comunidad Económica Europea de sobreponerse a las adversidades que se han vivido a lo largo del todo el siglo XX. En materia de educación y formación, el programa Erasmus ha sido todo un éxito en la tarea de cohesión social.
Hay historias para todo, pero creo que es totalmente injusto aplicarlo como una generalidad. Erasmus es un programa serio donde el alumno se marcha con un contrato de estudios y no le interesa perder el tiempo. La mayoría de los becados son excelentes estudiantes. Por supuesto que las experiencias personales son importantes y que hay tiempo para todo, pero considero que es un tópico que no cuadra con la realidad.
El perfil del estudiante Erasmus se valora más por el hecho de haber salido de su entorno y de enfrentarse a nuevos retos. El estudiante asume que va a estudiar y a examinarse en otro idioma. A su favor está el fuerte vínculo con el entorno laboral. Por ejemplo, hay grandes empresas que, a través de programas de reclutamiento de estudiantes, buscan jóvenes con unas características concretas. Y estas se corresponden con la de aquellos jóvenes que han realizado parte de sus estudios en el extranjero.
Cada vez es más relevante tener en la plantilla de trabajo personas con este perfil. Los idiomas son fundamentales, ya no vale solo con hablar inglés. Las empresas tienen cada vez más alicientes para seleccionar a este tipo de estudiantes. Aquí en la Universidad Alfonso X el Sabio hay alumnos que nos han hecho llegar la noticia de su contratación laboral, en la que han destacado que uno de los factores clave para conseguir el trabajo había sido el hecho de haber sido estudiante Erasmus.
Erasmus es el programa estrella. Es un programa consolidado y es el más atractivo de todos. El valor que ha adquirido con el paso de los años es inmenso. Además, las alternativas a este programa son más caras o tienen menos financiación. No hay que ser pesimistas, Erasmus tienen una salud fuerte y le auguro una larga vida.
Hemos vivido periodos de grata tranquilidad económica, pero tal vez vaya siendo hora de fijarnos en otros modelos educativos de financiación de las becas. En otros países los estudiantes realizan pequeños trabajos cuya remuneración les sirve para poder financiarse su proyecto académico de movilidad. Yo animaría a que los jóvenes se conviertan en activos y jueguen un papel fundamental en su futuro. Los beneficios que les aportará esa experiencia impactarán de lleno en su formación profesional.