Un nuevo estudio asegura que el origen socioeconómico de las familias tiene una mayor influencia en el rendimiento académico en los primeros años de escolarización, por tanto para reducir las desigualdades y el fracaso escolar, es importante invertir en ese tiempo.
La idea de que la deserción escolar proviene de Secundaria está sumamente instaurada en la sociedad española, sin embargo, se trata de la época en la que puede reconocerse más rápidamente, pero comienza a originarse realmente en los primeros años de formación. Así lo afirma el nuevo estudio de la Obra Social "la Caixa", que revela que el nivel socioeconómico influye notoriamente más en los primeros años de escolarización y mitiga las desigualdades educativas y la deserción escolar. Por ello, considera que la mejor manera de combatir ambos fenómenos es aumentar la inversión en la formación infantil y primaria.
Lee también
» La desigualdad social es mayor entre los estudiantes con malas notas
» Solo un 61,7 % de los estudiantes españoles de secundaria completan sus estudios
» Los estudiantes catalanes castellanohablantes tienen un 40% más de fracaso escolar que los madrileños
Titulado "Aprendizaje y ciclo vital. La desigualdad de oportunidades desde la educación preescolar hasta la edad adulta", el estudio fue elaborado por Leire Salazar, coordinadora del informe, Héctor Cebolla y Jonas Radl, los 3 sociólogos de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Se basa en datos obtenidos de las pruebas internacionales de alumnos PIRLS y PISA, PIAAC (competencias de adultos) y de evaluaciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (MECD).
De acuerdo al informe, “el origen socioeconómico de los individuos tiene un persistente efecto en sus competencias, logros, expectativas y oportunidades educativas, desde la infancia hasta la edad de jubilación”, y la escuela es la que debe compensar las desigualdades. La igualdad de oportunidades es posible, sostienen los autores, siempre que se aspira a resultados similares y también mejores entre todos los estudiantes.
El impacto de la educación de los padres en las aptitudes de sus hijos alcanza su máximo en la primaria, desciende algo en secundaria y cae notoriamente en la universidad, para luego crecer en la vida adulta. La educación preescolar tiene efectos positivos en el aprendizaje, porque reduce las desigualdades iniciales de los estudiantes en cuanto a su procedencia socioeconómica.
En cuanto a la educación primaria y secundaria, las etapas obligatorias contribuyen a aumentar la desigualdad porque no alteran el efecto de las familias con más o menos recursos en las competencias de los estudiantes. España es uno de los países que menos diferencias tiene entre los centros escolares, por lo que la segregación por situación socioeconómica es el centro de las diferencias.
Al llegar a la universidad, hay menores diferencias de origen social porque la deserción escolar ha llevado a que los alumnos de peor rendimiento no puedan ingresar a la universidad, donde predominan los jóvenes que pertenecen a hogares con menos recursos. La universidad española está poco estratificada en relación a otras universidades de países desarrollados, lo que implica que todas son similares.