La diferencia más grande entre un emprendedor y un empleado es la manera de pensar. La gran mayoría de las personas han pensado alguna vez en comenzar su negocio pero luego se arrepienten o jamás lo llevan a cabo. En general lo que hace que una trascienda al mundo real es la mentalidad de su creador.
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El emprendedor es un individuo muy especial: asume riesgos sabiendo que son parte del desafío y el precio para alcanzar el éxito. La mayoría suele tener un comienzo muy duro por los gastos e ingresos, siendo en general más los primeros que los segundos.
Esta realidad lleva en ocasiones a que abandonen el negocio. Sin embargo es la perseverancia y la visión a largo plazo la que definen al emprendedor exitoso, ambos factores constantes de motivación.
La personalidad del emprendedor
La mentalidad es clave ya que devela el talento de los optimistas y la capacidad de encontrar oportunidades de negocio en lugares donde otros solo ven puertas cerradas o fracasos.
El don de soñar y ver lo que otros no ven e imaginar más allá de la realidad es un elemento muy poderoso y motivante para hacer frente a las adversidades en general, y especialmente útil cuando comienzas tu negocio.
La voluntad de acero y la búsqueda incansable de una manera de llevar a cabo sus sueños son aspectos que aportan mucho para quienes quieren crear su empresa y son cualidades muy necesarias en un equipo de trabajo.
Pero más que nada lo que define al emprendedor es la vocación, el amor por lo que hace y su voluntad de llevar adelante sus sueños y lo que le haga feliz en la vida.