Esta semana un conjunto de expertos ha presentado una carta con una serie de críticas acerca del informe PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Tras los resultados del Informe PISA 2012 a fines del año pasado, muchos países han comenzado a reconsiderar su sistema y políticas educativas para atender a la realidad y recomendaciones que realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entre ellos España. Ante esta situación, esta semana un grupo de 83 expertos han presentado una carta el director de la entidad internacional, denunciando y lamentando el cambio en el paradigma educativo que los resultados de las pruebas de competencias han generado en las políticas educativas de los países evaluados.
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Los expertos, la gran mayoría provenientes de Reino Unido y Estados Unidos, explican que las autoridades de los países evaluados esperan con ansias los resultados del informe, que se considera una fuente oficial, y estos inciden en las políticas educativas. En muchos países el impacto de la crisis ha tenido repercusiones negativas en la formación, y en lugar de reconocerlo, los resultados los han llevado a buscar soluciones para mejorar los resultados en el informe.
El alemán Andreas Schleicher, director del programa de evaluación, respondió a las alegaciones indicando lo contrario. Considera que PISA es una guía para los países y una herramienta de estrategia política, desplegando una serie de perspectivas diferentes y opciones posibles de accionar. Defiende el informe afirmando que promueve la colaboración fuera de fronteras.
La incidencia de PISA en España
Desde el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes (MECD) se reconoce el valor del informe gracias al hecho de que es realizado por un órgano solvente, la OCDE. Sin embargo, no es el único que cuenta, sino que consideran otros factores como las características educativas de nuestro país y las condiciones sociales.
Uno de los problemas principales que considera el docente Heinz-Dieter Meyer, de la Universidad de Nueva York, es que los políticos se apresuran en la lectura de los puntos débiles de la educación del país. Sin embargo, para Meyer el hecho de que la OCDE otorgue un rol preponderante a la economía en la educación y que el alcance de la medición sea tan estrecho, sesga los resultados.
Por su parte, Elaine Wilson de la Universidad de Cambridge sostiene que no tiene problemas con el informe pero que reconoce que los datos que produce suelen malinterpretarse porque no se comprende la complejidad de la información que provee.
El formador de docentes de la Universidad de Toronto, Arlo Kempf, explica que no se trata de condenar o defender el informe, sino de demostrar la relevancia, transparencia y objetivos que persigue, porque muchas veces el impacto que genera es negativo y perjudica a los países en lugar de serles útil para mejorar.