75° Aniversario del fallecimiento de Antonio Gramsci

29/04/2012

 Imagen relacionada Antonio Gramsci nace en Ales, Cerdeña, el 22 de enero de 1891 y muere en Roma, el 27 de abril de 1937. Fue un filósofo, teórico marxista, político y periodista italiano.

 

 

 


Biografía

Sus padres fueron Francesco Gramsci (1860-1937) y Giuseppina Marcias (1861-1932). Francesco era originario de Gaeta y estudiaba derecho, pero a causa de la pobreza de su familia debió buscar rápido un trabajo y partió para Cerdeña. En el año 1881 se empleó en la oficina de registro de Ghilarza (provincia de Oristán). Allí conoce a Peppina, que sólo había estudiado hasta tercero de primaria y se casan, a pesar de la oposición de los padres de ella. Durante este período nacieron sus hijos: Gennaro (1884), Grazietta (1887), Emma (1889) y el 22 de enero de 1891, en Alès, Antonio, bautizado el 29 de enero.

El año siguiente los Gramsci se mudaron a Sorgono (provincia de Nuoro), donde nacen sus hijos: Mario en 1893, Teresina en 1895 y Carlos en 1897. Arrestado el 9 de agosto de 1898 con la acusación de peculado, concusión y falsedad en actos, Francesco Gramsci es condenado el 27 de octubre de 1900 al mínimo de la pena con la atenuante del “leve valor”: 5 años, 8 meses y 22 días de cárcel, para expiar en Gaeta. Privados del sueldo del padre, son años de extrema miseria para los Gramsci. En ese entonces Antonio, a raíz de una caída cuando tenía tres años, sufre un traumatismo que le provoca una deformación en su columna y no crece más: su altura no superará el metro y medio. Según otra versión, la de la autopsia y los datos que dan en la "Casa-museo de Antonio Gramsci" en Ghilarza, suponía que estaba enfermo de tuberculosis osteoarticular, lo que impidió su crecimiento normal. Dicho padecimiento había afectado sus pulmones poco antes de su muerte.

Antonio comienza a asistir a la escuela primaria a los siete años y la concluye en 1903 con el máximo de calificaciones. Sin embargo, las condiciones de la familia no le permiten inscribirse a la secundaria y da su pequeña contribución a la economía doméstica trabajando en la Oficina del Catastro por 9 liras al mes, el equivalente a un kilo de pan al día. Trabajaba diez horas al día removiendo «registros que pesaban más que yo y muchas noches lloraba a escondidas porque me dolía mucho el cuerpo».

El 31 de enero de 1904 Francesco termina de cumplir su condena y obtiene un empleo de escribano en la Oficina del Catastro. Es así que Antonio puede inscribirse en la escuela secundaria municipal de Santu Lussurgiu, a 18 kilómetros de Ghilarza, «una pequeña escuela en la cual tres presuntos profesores regañaban, con caras exageradamente sombrías, durante las cinco clases»cita requerida. Con esta preparación aventurada logra graduarse en Oristán y en el verano de 1908 se inscribe en el liceo Dettori de Cagliari, donde comparte una pensión junto a su hermano Gennaro, que trabaja en una fábrica de hielo.

Al fin del segundo año del instituto, pide a su profesor, director de la Unión Sarda, poder colaborar durante el verano en el periódico con breves correspondencias y el profesor lo acepta: el 20 de julio de 1910 recibe la credencial de periodista. El año siguiente se gradúa del liceo con ochos y un nueve en italiano.

Turín

En 1911 el Colegio Carlo Alberto de Turín ofrece 39 becas de estudio, 70 liras al mes por once meses, para poder frecuentar la Universidad de Turín «Partí para Turín como si fuese en estado de sonambulismo. Tenía 55 liras en la bolsa, había gastado 45 para el viaje en tercera clase de las cien obtenidas en casa». El 27 de octubre de 1911 concluyó los exámenes: los supera clasificándose en el noveno lugar; al segundo está un estudiante proveniente de Sassari, Palmiro Togliatti.

Se inscribe en la facultad de Letras pero las 70 liras mensuales de la beca no bastan: «la preocupación del frío no me permite estudiar porque paseo en la recámara para calentarme los pies o debo de estar totalmente cubierto porque no logró sostener la primera helada».

Sus opiniones políticas en aquel tiempo consisten en una genérica adhesión a ideas socialistas que, originadas en un fuerte resentimiento por las injusticias cometidas en la región del Mezzogiorno y particularmente en Cerdeña, retiene por los retrasos de las decisiones políticas y económicas hechas por los continentales.

Está en casa para las elecciones políticas del 26 de octubre de 1913, Italia se encuentra en guerra contra Turquía por la conquista de Libia; votan, por primera vez, hasta los analfabetos, pero la corrupción y la intimidación electoral son las mismas de las elecciones precedentes. Angelo Tasca, joven dirigente socialista turinés, amigo y compañero de estudios de Gramsci, escribe que Antonio «había sido muy golpeado por la transformación producida en aquel ambiente de la participación de las masas campesinas en las elecciones, aunque no supieran y no pudieran todavía servirse por cuenta ellos de la nueva arma. Fue este espectáculo, y la meditación de esto, que hizo definitivamente de Gramsci un socialista».

En los primeros días de noviembre de 1913, va a habitar en una buhardilla del último piso del palacio de calle San Máximo 14, hoy Monumento nacional; debe fecharse en este periodo su inscripción al partido socialista. Está en retardo con los exámenes, a causa de «un tipo de anemia cerebral, que me quita la memoria, que me devasta el cerebro, que me hace enloquecer hora tras hora, sin que logre encontrar descanso ni paseando, ni tendido en la cama, ni tendido en el piso arrollándome en ciertos momentos como un furibundo». Para no perder el abono mensual de la Fundación Albertina logra recuperar diversos exámenes entre marzo y abril de 1914.

Toma lecciones privadas de filosofía con el profesor Annibale Pastore por lo que escribió luego que «su orientación era originalmente crociana [...] quería darse cuenta del proceso formativo de la cultura a los fines de la revolución [...] como hace el pensar para actuar [...] como las ideas se vuelven fuerzas prácticas». Gramsci escribirá sobre haber sentido también la necesidad de superar un modo de vivir y de pensar atrasado, como aquel que era propio de un sardo del principio de siglo, para apropiarse un modo de vivir y de pensar no más regional y de aldea, pero nacional» pero también «de provocar en la clase obrera la superación de aquel provincialismo al revés de la “bola de plomo” [como el Sur era generalmente considerado en el Norte] que tenía sus profundas raíces en la tradición reformista y corporativa del movimiento socialista».

Frecuenta a los jóvenes compañeros de partido, entre los cuales se encontraban Tasca, Togliatti, Terracini «salíamos seguido de las reuniones partido [...] mientras los últimos noctámbulos se detenían a observarnos [...] continuábamos nuestras discusiones, mezclándolas de propuestas feroces, de carcajadas estrepitosas, de galopes en el reino de lo imposible y del sueño».

En la Italia que ha declarado la propia neutralidad en la primera guerra mundial en curso – neutralidad también afirmada por el partido socialista – escribe por la primera vez, sobre el periódico socialista turinés Il Grido del popolo, el 31 de octubre de 1914, el artículo Neutralidad activa y operante en respuesta del artículo de Mussolini De la neutralidad absoluta a la neutralidad activa y operante, sin comprender, sin embargo, en que momento político crucial el importante y popular exponente socialista se propusiese entonces.

Sostiene el 13 de abril de 1915 aquel que será su último examen en la Universidad; Italia entra en guerra y Gramsci siente, como nunca antes, la necesidad de un compromiso político directo y asiduo.

Actividad periodística

Desde los primeros meses de 1916, en plena guerra mundial, es uno de los tres redactores del semanario de la sección socialista de Turín “El Grito del Pueblo” y de la hoja turinesa del “Avanti!” bajo la sección Bajo la Mole; publica breves panfletos y de crítica teatral. Más tarde dirá haber escrito, en diez años de periodismo, «quince o veinte volúmenes de 400 páginas, pero escritas al día y debían morir después del día» y se jactará de haber contribuido a hacer popular el teatro de Pirandello, entonces incomprendido o escarnecido. Se libera del aislamiento de su vida de estudiante pobre y huraño visitando obreros, teniendo algunas conferencias en los círculos socialistas y escribe por sí mismo el número único del periódico de los jóvenes socialistas “La Città futura”, publicado el 11 de febrero de 1917.

Aquí muestra su intransigencia política, su ironía, hasta en contra de los socialistas reformistas, el fastidio hacia cada expresión retórica pero también su formación idealista, sus deudas culturales en las confrontaciones de Croce, superiores hasta a aquellos debidos a Marx «En aquel tiempo» - escribirá – «el concepto de unidad de teoría y práctica, de filosofía y política, no estaba claro en mí y yo era por tendencia Crociano».

Después de los arrestos efectuados en Turín, Gramsci, viene a ser el único redactor de “el Grito del Pueblo” que cesa de publicarse el 19 de octubre de 1918. Terminada la guerra, Gramsci trabaja únicamente a la edición piamontesa del Avanti! desde el 5 de diciembre pero los jóvenes socialistas turineses, Gramsci, Tasca, Togliatti y Terracini intentan expresar, después de la revolución rusa, nuevas exigencias en la actividad política socialista, que no sienten representadas en la Dirección Nacional: «Queríamos hacer, hacer, hacer, nos sentíamos angustiados, sin una orientación, hastiados en la ardiente vida de aquellos meses después del armisticio, cuando parecía inmediato el cataclismo de la sociedad italiana». El primero de mayo de 1919 se publicó el primer número de Orden Nuevo con Gramsci como secretario de redacción y animador de la Revista.

L'Ordine Nuovo

La línea política de la revista, después de un camino incierto, se define sobre posiciones netamente obreras. De hecho, si la democracia burguesa tiene su punto de apoyo institucional en el Parlamento, la democracia proletaria asigna a los consejos de fábrica esta posición democrática necesaria para el nacimiento del nuevo orden. De aquí surgen las batallas para la introducción y la difusión de estos consejos, la proximidad con los sentimientos y las opiniones de los obreros, la crítica al partido socialista (partido para los proletarios, pero no del proletariado) completamente homologado a la lógica del poder burgués y por eso mismo incapaz de expresar una alternativa política real.

Los Consejos de Fábrica

Fundó junto a Angelo Tasca, Palmiro Togliatti y Umberto Terracini el diario L'Ordine Nuovo (reseña semanal de cultura socialista) en 1919 y colaboró en la revista La Città Futura. Participa en el movimiento de los consejos de fábrica de Turín (1919-1920).

La Praxis

Apoya la huelga de abril de 1920, la ocupación de las fábricas del septiembre siguiente y la frustrada huelga de abril de 1921. Además polemiza contra la dirección del partido socialista, tanto contra los maximalistas como contra los reformistas, indica un programa que sacude la explícita aprobación de Lenin al II Congreso de la III Internacional comunista que pide la expulsión del partido de los reformista y de algunos maximalistas.

La Fundación del Partido Comunista de Italia (PCd'I)

La escisión tiene lugar el 21 de enero de 1921, en el Teatro San Marco de Livorno, con el nacimiento del Partido Comunista de Italia (PCI) , sección italiana de la Internacional. En el comité central entran dos ordinovistas, Gramsci y Terracini, mientras el Ejecutivo está conformado por Amadeo Bordiga, Bruno Fortichiari, Luigi Repossi, Ruggiero Grieco y Umberto Terracini Desde el primero de enero de 1921 Gramsci dirige “L’Ordine Nuovo”, que se había convertido en uno de los diarios comunistas junto a “Il Lavoratore” de Trieste e “Il Comunista” de Roma, este último dirigido por Togliatti. La línea del partido es dictada por Bordiga, con el cual Gramsci no comparte sus posiciones sectarias, sin embargo, no tomó contra tales posiciones una explícita confrontación. En la dirección del periódico mira con respeto las posiciones de los católicos de izquierda de la corriente de Guido Miglioli del Partido popular, no tolera las tradicionales posiciones anticlericales del movimiento socialista, y confía al liberal Piero Gobetti la crítica teatral. No es electo diputado en las elecciones del 15 de mayo: no tiene capacidades oratorias, todavía es joven y tampoco su constitución física le facilita la apreciación de muchos electores.

Agotado el empuje revolucionario en los escenarios europeos se plantea una reacción política para enfrentar lo que sería necesario: que los partidos socialistas y comunistas hagan un frente común, pero Bordiga está en contra de todo acuerdo, también en contraste con la dirección de la Internacional, en el segundo congreso nacional comunista de Roma en marzo de 1922, una vez más Gramsci, pese a discrepar privadamente, no se expresa contra las posiciones de la mayoría bordiguiana.

Al fin de mayo parte rumbo a Moscú, designado para representar al partido italiano en el ejecutivo de la Internacional comunista. Llega ya enfermo y en el verano se recupera en un sanatorio para enfermedades nerviosas de Moscú. Aquí conoce a una paciente rusa, Eugenia Schucht, una violinista que había vivido algunos años en Italia y, a través de ella, a su hermana Julia (1894-1980), también ella violinista, que había permanecido varios años en Roma graduándose en el Liceo musical romano. Julia, de veintiséis años, es bella, alta, tiene un aspecto romántico; Gramsci es conquistado.

Se casan en 1923 y tendrán dos hijos, Delio, el cinco de septiembre de 1924 y Juliano, el 30 de agosto de 1926.

De frente al advenimiento al poder de Mussolini, la Internacional establece que los comunistas italianos se fundan con la corriente socialista de los internacionalistas y ordenan la constitución de un nuevo ejecutivo, metiendo en minoría a Bordiga, todavía contrario a todo acuerdo. Pero, mientras tanto, en Italia, son arrestados en febrero de 1923, tanto Bordiga como los representantes del nuevo ejecutivo. Gramsci permanece así como el máximo dirigente del partido y en noviembre se transfiere a Viena para seguir de más cerca la situación italiana.

Diputado del parlamento

Es electo diputado en las elecciones del 6 de abril y puede volver a entrar en Roma, protegido de la inmunidad parlamentaria, el 12 de mayo de 1924. En el mismo mes, en los alrededores de Como, se realiza una convención ilegal de los dirigentes de las federaciones comunistas italianas: los delegados se fingen dependientes de una empresa milanesa turística en excursión. Con todos los discursos públicos fascistas e himnos a Mussolini, discuten la táctica del partido y la línea de Bordiga, aunque excluida del Ejecutivo, resulta todavía mayoritaria.

El 10 de junio un grupo fascista rapta y mata al diputado socialista Giacomo Matteotti, parece que el fascismo está por derrumbarse por la indagación moral que en aquellos tiempos atraviesa el país, pero no es así; la oposición parlamentaria escoge la línea estéril de abandonar el Parlamento: los liberales esperan un apoyo de la Corona que no viene, los católicos son hostiles tanto con los fascista como con los socialistas y éstos últimos son hostiles a todos, comunistas incluidos; la oposición del Aventino, según Gramsci, no tiene voluntad de actuar: tiene un «miedo increíble que nosotros tomamos de la mano y luego maniobra para obligarnos a abandonar la reunión».

A pesar de las divisiones de la oposición antifascista, Gramsci cree que la caída del régimen era inminente: el fascismo «ha logrado constituir una organización de masa de la pequeña burguesía. Es la primera vez en la historia que esto se verifica. La originalidad del fascismo consiste en el haber encontrado la forma adecuada de organización para una clase social que ha sido siempre incapaz de tener una buena relación y una ideología adecuada».

Se engaña, porque la inercia de la oposición no es capaz de dar alternativas a aquel bloque social y los fascistas retoman valor y sobre todo las violencias grupales; en una de las tantas muestras violentas es agredido Gobetti; cuando, el 13 de septiembre, el militante comunista Giovanni Corvi, para vengar la muerte de Matteotti, mata en un tren al diputado fascista Armando Casalini, la represión se incrementa.

El 20 de octubre Gramsci propone vanamente que la oposición aventiniana se constituya en Antiparlamento, el 26 parte para Cerdeña, para intervenir en el congreso regional del partido y para volver a ver a sus familiares. El 6 de noviembre se despide de su madre, sin saber que jamás la volvería a ver.

El 12 de noviembre de 1924 el diputado comunista Luigi Repossi vuelve a entrar en el Parlamento, donde se sientan solo los diputados fascistas y sus aliados, para conmemorar a Matteotti, y el 26 vuelve a entrar todo el grupo parlamentario comunista

El 27 de diciembre de 1924 el cotidiano Il Mondo publica las declaraciones de Cesare Rossi, ya jefe de la oficina de correos de Mussolini, a propósito del delito Matteotti «Todo cuanto ha sucedido ha ocurrido siempre por la voluntad directa o por la aprobación o por la complicidad del Duce» y el 3 de enero de 1925 Mussolini, en un discurso que se hizo famoso, declara en la Cámara que asumía «la responsabilidad política, moral, histórica de todo aquello que había ocurrido», dando camino a una nueva acción de represión.

De febrero a abril de 1925 Gramsci se encuentra en Moscú para conocer finalmente al hijo Delio y volver a encontrarse con su esposa. El 16 de mayo, en Italia, realiza su primer –y único discurso en el parlamento, delante del ex compañero de partido Mussolini, con el pretexto de golpear la Masonería, el gobierno había predispuesto un diseño de ley para disciplinar las actividades de asociaciones, entes e institutos.

La Cuestión Meridional

Cuando regresa a Roma, pasa algunos meses con la familia. Su esposa, que espera al segundo hijo Giuliano, deja Italia el 7 de agosto de 1926, mientras la cuñada Eugenia regresa a Moscú el mes siguiente con el hijo Delio; Gramsci escribe del hijo que «me parece que ahora inicia para él una fase muy importante, aquella donde deja los recuerdos más tenaces, porque durante su desarrollo se conquista el mundo grande y terrible». Pero no será jamás parte de los recuerdos del hijo, éste no lo verá más.

En septiembre comienza a escribir un ensayo sobre la cuestión meridional, en la cual analiza los años del desarrollo político italiano desde 1894, año de los movimientos campesinos sicilianos.

De frente a la persistencia de la oposición obrera, se manifiesta también contra los dirigentes socialistas reformistas, Giolitti buscó un acuerdo con los campesinos católicos del centro-norte. El problema es entonces, para Gramsci, una política de oposición que rompa la alianza burguesa-campesina, haciendo convergir a estos últimos en una alianza con la clase obrera.

La sociedad meridional, según Gramsci, está constituida por tres clases fundamentales: jornaleros y campesinos pobres, políticamente inconscientes; pequeños y medios campesinos que no trabajan la tierra pero que de las cuales obtienen una renta que les permite vivir en la ciudad, normalmente como empleados estatales, los cuales desprecian y temen al trabajador de la tierra y hacen de intermediarios al consenso entre campesinos pobres y la tercera clase, aquella de los grandes terratenientes, que a su vez contribuyen a la formación de la intelectualidad nacional, con personalidad del valor de Benedetto Croce y de Giustino Fortunato y son, aquellos, los principales y más refinados defensores de la conservación de este bloque agrario.

Para poder despedazar este bloque se necesitaría de la formación de una clase de intelectuales medios que interrumpan el flujo del consenso entre las dos clases extremas favoreciendo así la alianza entre campesinos pobres el y proletariado urbano.

El Arresto, el proceso y la cárcel

Escribe una carta al comité central del partido bolchevique en el cual, después de la muerte de Lenin, inició una lucha entre las diversas corrientes: «hoy ustedes están destruyendo vuestra propia obra y corren el riesgo de anular la función dirigente que el partido comunista de la URSS había conquistado [...] vuestros deberes rusos pueden y deben ser llevados a cabo sólo en el cuadro de los intereses del proletariado internacional». Pero Togliatti, delegado del PCI en Moscú, prefiere no entregar la carta. Esto creo un conflicto entre Gramsci y Togliatti que nunca se resolvió en su totalidad.

El 31 de octubre de 1926 Mussolini sufre en Bolonia un atentado sin consecuencias personales, que es utilizado como pretexto para eliminar los últimos residuos de democracia: el 5 de noviembre el gobierno disuelve los partidos políticos de oposición y suprime la libertad de prensa. El 8 de noviembre, en violación de la inmunidad parlamentaria, Gramsci es arrestado en su casa y encerrado en la cárcel de Regina Coeli. Después de un periodo confinamiento en Ustica, el 7 de febrero de 1927 es encerrado en la cárcel milanesa San Vittore.

El proceso a veintidós imputados comunistas, entre los cuales incluían a Umberto Terracini, Mauro Scoccimarro, Giovanni Roveda y Ezio Riboldi, inicia en Roma el 28 de mayo de 1928; el presidente del Tribunal Especial Fascista, instituido el 7 de febrero de 1927, es el general Alessandro Saporiti y tiene por jurados cinco cónsules de la milicia fascista. Gramsci es acusado de actividad conspirativa, instigación a la guerra civil, apología de rato e incitación al odio de clase.

El ministerio público Michele Isgrò, en conclusión de su requisitoria, declara que «por veinte años debemos impedir a este cerebro funcionar» y de hecho Gramsci, el 4 de junio, es condenado a veinte años, cuatro meses y cinco días de reclusión; el 19 de julio alcanza la cárcel de Turín, en la provincia de Bari. El mismo médico de la cárcel de Turín llegó a decir a Gramsci que su misión como médico fascista no era mantenerlo con vida.

El 8 de febrero de 1929 obtiene finalmente lo necesario para escribir e inicia la escritura de sus Quaderni del carcere. Desde 1931 Gramsci sufre una grave enfermedad, el mal de Pott, además de principios de tuberculosis y de arteriosclerosis, por todo esto puede obtener una celda individual, trata de reaccionar a la detención estudiando y elaborando sus propias reflexiones políticas, filosóficas e históricas, sin embargo las condiciones de salud empeoran y en agosto Gramsci tiene una imprevista y grave hemorragia.

El 30 de diciembre de 1932 muere su madre y los familiares prefieren no informarle. El 7 de marzo de 1933 tiene una segunda crisis grave, con alucinaciones y delirios: En París se constituye un comité, del cual forman parte, ente otros, Romain Rolland y Henri Barbusse, para obtener su liberación junto con la de otros detenidos políticos, pero sólo hasta el 19 de noviembre Gramsci es transferido a la enfermería de la cárcel de Civitavecchia y el 7 de diciembre a la clínica del doctor Cusumano en Formia, vigilado tanto desde la recamara como desde el exterior.

El 25 de octubre de 1934 es acogida por Mussolini la petición de libertad condicional pero no es libre de moverse, en tanto que se le impide ir a curarse a otro lugar ya que el gobierno temía una fuga; solo el 24 de agosto de 1935 puede ser transferido en la clínica “Quisisana” de Roma. Está en graves condiciones: además del morbo de Pott, a la tisis y a la arteriosclerosis, sufre de hipertensión y de gota.

El 21 de abril de 1937 Gramsci adquiere la plena libertad pero está ya gravísimo en el hospital: muere al alba del 27 de abril, con apenas cuarenta y seis años, de hemorragia cerebral. Según afirma un oficial de la Santa Sede, antes de morir se convirtió al catolicismo y en el lecho de muerte pidió los sacramentos. El presidente de la Fundación Instituto Gramsci afirma que no hay ningún documento que acredite este hecho. Este oficial de la Curia Romana cita el testimonio de una monja que prestaba sus servicios en el hospital en que Gramsci murió. Al parecer -según su versión- también pidió que le trajeran una imagen del Niño Jesús y la besó conmovido. Por su parte su hermano Carlo Gramsci tiene una versión distinta. Afirma que estaba presente en su muerte y relata: «Tras el último intento por parte de las monjas para que se convirtiera, reaccionó girándose hacia el muro». Incinerado, al día siguiente se efectúan los funerales, a los cuales participan sólo el hermano Carlos y la cuñada Tatiana: Las cenizas fueron inhumadas en el Cementerio de Verano y de aquí transferidas al cementerio acatólico de Roma.

Obras

Los 32 Cuadernos de cárcel, de complejas 2.848 páginas, no fueron destinadas para ser publicadas, contienen reflexiones y apuntes elaborados durante su reclusión, iniciados el 8 de febrero de 1929, fueron definitivamente interrumpidas en agosto de 1935 a causa de la gravedad de su salud. Fueron enumerados, sin tener en cuenta su cronología, por su cuñada Tatiana Schucht que, junto con Piero Sraffa, logró sustraerlos de las inspecciones policíacas y entregarlas al banquero Raffaele Mattioli, secreto financiador de las redacciones de Gramsci, el cual las confió en Moscú a Palmiro Togliatti y a los otros dirigentes comunistas italianos.

Después del final de la guerra los Cuadernos, revisados por Felice Platone, fueron publicados por la casa editora Einaudi – unidas a sus Cartas de cárcel remitidas a los familiares – en seis volúmenes, ordenados por argumentos homogéneos, con los títulos:

    El materialismo Histórico y la filosofía de Benedetto Croce (1948)
    Los intelectuales y la organización de la cultura (1949)
    Il Risorgimento (1949)
    Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno (1949)
    Literatura y vida nacional (1950)
    Pasado y Presente (1951)

En 1975 los Cuadernos fueron publicados con edición de Valentino Gerratana según el orden cronológico de su elaboración. Fueron recogidos en volumen también todos los artículos escritos por Gramsci en el Avanti!, en el Grido del popolo y en el Ordine nuovo.

En 2010, Ediciones Godot publicó Las maniobras del Vaticano, una recopilación de sus notas dedicadas exclusivamente a estudiar la relación entre Iglesia y Estado e Iglesia y Occidente, y su injerencia en la economía, la cultura y la política de la sociedad.

Contribuciones

En prisión escribió 30 libretas de historia y análisis conocidos como Los cuadernos de la cárcel (Quaderni del carcere), que incluyen su recuento de la historia italiana y el nacionalismo, así como ideas sobre teoría marxista, teoría educativa y de crítica.

Hegemonía / bloque hegemónico

Se le conoce principalmente por la elaboración del concepto de hegemonía y bloque hegemónico, así como por el énfasis que puso en el estudio de los aspectos culturales de la sociedad (la llamada "superestructura", en la metáfora de Marx) como elemento desde el cual se podía realizar una acción política y como una de las formas de crear y reproducir la hegemonía.

Conocido en algunos espacios como el "marxista de las superestructuras", Gramsci atribuyó un papel central al agenciamiento infraestructura (base real de la sociedad, que incluye: fuerzas de producción y relaciones sociales de producción)/superestructura ("ideología", constituida por las instituciones, sistemas de ideas, doctrinas y creencias de una sociedad), a partir del concepto de "bloque hegemónico".

Según ese concepto, el poder de las clases dominantes sobre el proletariado y todas las clases sometidas en el modo de producción capitalista, no está dado simplemente por el control de los aparatos represivos del Estado, pues si así lo fuera dicho poder sería relativamente fácil de derrocar (bastaría oponerle una fuerza armada equivalente o superior que trabajara para el proletariado); dicho poder está dado fundamentalmente por la "hegemonía" cultural que las clases dominantes logran ejercer sobre las clases sometidas, a través del control del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación. A través de estos medios, las clases dominantes "educan" a los dominados para que estos vivan su sometimiento y la supremacía de las primeras como algo natural y conveniente, inhibiendo así su potencialidad revolucionaria. Así, por ejemplo, en nombre de la "nación" o de la "patria", las clases dominantes generan en el pueblo el sentimiento de identidad con aquellas, de unión sagrada con los explotadores, en contra de un enemigo exterior y en favor de un supuesto "destino nacional". Se conforma así un "bloque hegemónico" que amalgama a todas las clases sociales en torno a un proyecto burgués.

La hegemonía es el concepto que permite comprender el desarrollo de la historia italiana y del Resurgimento particularmente, que habría podido asumir un carácter revolucionario si hubiese adquirido el apoyo de vastas masas populares, en particular de los campesinos, que constituían la mayoría de la población. El límite de la revolución burguesa en Italia consistió en no ser guiada por un partido jacobino, como en Francia, donde el campesinado, apoyando la revolución, fue decisivo para la derrota de las fuerzas de la reacción aristocrática.

El partido político más avanzado fue el Partido de Acción, el partido de Manzini y Garibaldi, que no tuvo sin embargo la capacidad de plantear el problema de la alianza de las fuerzas burguesas progresistas con el campesinado: Garibaldi en Sicilia distribuyó las tierras a los campesinos, pero “los movimientos de insurrección de los campesinos contra los barones fueron despiadadamente aplastados y fue creada la guardia nacional anticampesina.

Si el Partido de Acción fue un elemento progresista en las luchas del Risorgimento, no representó la fuerza dirigente, porque fue guiado por los moderados, tanto que los cavourianos supieron meterse a la cabeza de la revolución burguesa, absorbiendo tanto a los radicales como a sus adversarios. Esto sucede porque los moderados cavourianos tuvieron una relación orgánica con sus intelectuales, como con sus políticos, terratenientes y dirigentes industriales. Las masas populares fueron pasivas en la realización del compromiso entre los capitalistas del norte y los latifundistas del sur.

La supremacía de un grupo social se manifiesta en dos modos, como dominio y como dirección intelectual y moral. Un grupo social es dominante de los grupos adversarios que tiende a liquidar o a someter hasta con la fuerza armada y es dirigente de grupos afines y aleados. Un grupo social puede y debe ser dirigente desde antes de conquistar el poder gubernamental (ésta es una de las condiciones principales para la misma conquista del poder); después, cuando ejercita el poder… se vuelve dominante pero debe continuar siendo dirigente.

La función de Piamonte en el proceso del Risorgimento fue aquella de clase dirigente, aunque existían en Italia núcleos de clase dirigente favorables a la unificación, “estos núcleos no querían dirigir nada, o sea no querían acordar sus intereses y aspiraciones con los intereses y aspiraciones de otros grupos. Querían dominar, no dirigir y todavía: querían que sus intereses dominaran, no sus propias personas, es decir, querían que una fuerza nueva, independiente de todo compromiso y condición, se volviese árbitra de la Nación: esta fuerza fue Piamonte”, que tuvo una función comparable a la de un partido.

Las Clases subalternas

En Gramsci la hegemonía es el ejercicio de las funciones de dirección intelectual y moral unida a aquella del dominio del poder político. El problema para Gramsci está en comprender cómo puede el proletariado o en general una clase dominada, subalterna, volverse clase dirigente y ejercitar el poder político, o convertirse en una clase hegemónica.

La crisis de la hegemonía se manifiesta cuando, aun manteniendo el propio dominio, las clases sociales políticamente dominantes dejan de ser dirigentes de todas las clases sociales, es decir no logran resolver los problemas de toda la colectividad e imponer a toda la sociedad la propia compleja concepción del mundo. La clase social subalterna, si logra aportar soluciones concretas a los problemas irresolutos, convierte en la clase dirigente e, incrementando su propia cosmovisión también a otros estratos sociales, crea un nuevo bloque social, volviéndose hegemónico. El momento revolucionario aparece inicialmente, según Gramsci, a nivel de superestructura, en sentido marxista, es decir, político, cultural, ideal, moral, pero traspasa a la sociedad en su complejidad, embistiendo hasta su estructura económica, o sea embistiendo a todo el bloque histórico, término que para Gramsci indica el conglomerado de la estructura y de la superestructura, las relaciones sociales de producción y sus reflejos ideológicos.

En Italia, la clase dominantes es y ha sido parcial: entre las fuerzas que contribuyen a la conservación del bloque social están la Iglesia católica, que se bate para mantener la unión doctrinal en modo de evitar entre los fieles fracturas irremediables que sin embargo existen y que aquélla no está en grado de subsanar, pero solo de controlar: “La Iglesia romana ha sido siempre la más tenaz en la lucha para impedir que oficialmente se formen dos religiones, aquella de los intelectuales y aquella de las almas simples”, una lucha que si bien, ha tenido también graves consecuencias, conectadas “al proceso histórico que transforma toda la sociedad civil y que en bloque contiene una crítica corrosiva de las religiones”,sin embargo, ha hecho resaltar “la capacidad organizadora en la esfera de la cultura del clero” que ha dado “ciertas satisfacciones a las exigencias de la ciencia y de la filosofía, pero con un ritmo tan lento y metódico que las mutaciones no son percibidas por la masa de los simples, aunque ellas parezcan revolucionarias y demagógicas a los integralistas”

Conciencia de Clase

Opuesta a la de la Iglesia y del idealismo italiano está la posición del marxismo, que “no tiende a mantener los simples en su filosofía primitiva del sentido común, sino conducirlos a una concepción superior de la vida”. Esto afirma la exigencia del contacto entre aquellos hombres que cumplen la función social de intelectuales y aquellos que no, para “construir un bloque intelectual y moral que haga políticamente posible un progreso intelectual de masa y no solo de escasos grupos intelectuales.

El hombre activo – o sea la clase obrera, - escribe Gramsci, “no tiene una clara conciencia teórica de su forma de obrar… su conciencia teórica hasta puede estar en contraste con su forma de obrar”; él obra prácticamente y en el mismo tiempo tiene una conciencia teórica heredada del pasado, acogida por lo más en un modo acrítico. La real comprensión crítica de sí mismo ocurre “a través de una lucha de hegemonías políticas, de direcciones contrastantes, primero en el campo de la ética, luego de la política para llegar a una elaboración superior de la propia concepción real”. La conciencia política, es decir el ser parte de una determinante fuerza hegemónica, “es la primera fase para una ulterior y progresiva autoconciencia donde teoría y práctica finalmente se unen.

Pero autoconciencia crítica significa creación de una elite de intelectuales, porque para distinguirse y hacerse independientes se necesita organización, y no existe tal sin intelectuales, “un estado de personas especializadas en la elaboración conceptual y filosófica”.

Los Intelectuales

Para Gramsci, todos los hombres son intelectuales, considerando que “no hay actividad humana de la cual se pueda excluir de toda intervención intelectual, no se puede separar al homo faber del homo sapiens” en cuanto, independientemente de su profesión específica, cada quien es a su modo “un filósofo, un artista, un hombre de gusto, participa de una concepción del mundo, tiene una consciente línea moral” pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales.

Históricamente se forman categorías particulares de intelectuales, “especialmente en conexión con los grupos sociales más importantes y sufren elaboraciones más extensas y complejas en conexión con el grupo social dominante”. Un grupo social que tiende a la hegemonía lucha “por la asimilación y la conquista ideológica de los intelectuales tradicionales... tanto más rápida y eficaz cuanto más el grupo dado elabora simultáneamente los propios intelectuales orgánicos”.

El intelectual tradicional es el literato, el filósofo, el artista y por eso, nota Gramsci, “los periodistas, que retienen ser literatos, filósofos, artistas retienen también ser los verdaderos intelectuales”, mientras modernamente es la formación técnica la que sirve para formar la base del nuevo tipo de intelectuales, un “constructor, organizador, persuasor”, que debe llegar “de la técnica-trabajo a la técnica-ciencia y a la concepción humano-histórica, sin la cual permanece especialista y no se vuelve dirigente”. El grupo social emergente, que lucha por conquistar la hegemonía política, tiende a conquistar la propia ideología intelectual tradicional mientras, al mismo tiempo, forma sus propios intelectuales orgánicos.

Literatura Nacional Popular

Si los intelectuales pueden ser mediadores de cultura y de consenso hacia los grupos sociales, una clase políticamente emergente debe valerse de intelectuales orgánicos, para la valoración de sus valores culturales, hasta poder imponerlos a la sociedad entera.

Estando siempre ligados a las clases dominantes, obteniendo seguido honores y prestigio, los intelectuales italianos no se pueden sentir nunca orgánicos, siempre han rechazado, en nombre de su abstracto cosmopolitismo, cada vínculo con el pueblo, del cual no han querido nunca reconocer las exigencias ni interpretar las necesidades culturales.

El público italiano busca su literatura en el extranjero porque la siente más suya que aquella nacional: es ésta la demostración del desapego, que hay en Italia, entre público y escritores. “ Cada pueblo tiene su literatura, pero ella puede llegar desde otro pueblo... puede estar subordinado a la hegemonía intelectual y moral de otros pueblos. Es esta la paradoja más estridente para muchas tendencias monopólicas de carácter nacionalista y represivo: que mientras se construyen planos grandiosos de hegemonía, no se dan cuenta de ser objeto de hegemonías extranjeras; así como, mientras se hacen planos imperialistas, en realidad se es objeto de otros imperialismos”.

Influencias

Pensadores importantes para Gramsci

    Nicolás Maquiavelo
    Karl Marx
    Benedetto Croce
    Lenin
    Antonio Labriola

    Giambattista Vico
    Vilfredo Pareto
    Henri Bergson
    Hegel
    Georges Sorel

Pensadores influidos por Gramsci

    Perry Anderson
    José Carlos Mariátegui
    Ricardo Forster
    Michael Hardt & Antonio Negri
    Louis Althusser
    Héctor P. Agosti
    Fernando Neyra
    Raymond Williams
    David Harvey
    Edward Said
    José Pablo Feinmann
    Judith Butler
    Ernesto Laclau & Chantal Mouffe
    José Aricó
    Juan Carlos Portantiero
    Manuel Sacristán
    Roger Garaudy
    Robert W. Cox
    Paulo Freire
    Alfredo Jaar
    Norberto Bobbio
    Pier Paolo Pasolini
    Giovanni Arrighi
    José María Laso
    Zygmunt Bauman
    Antonio Pigliaru
    Michelangelo Pira

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